En el sur del Ecuador, en un lugar llamado Mangahurco, hay un bosque muy interesante.

En verano, que dura nueve meses, los árboles, llamados guayacanes, dejan caer sus hojas para poder sobrevivir la temporada seca. Entonces, este bosque parece estar completamente seco.

Cada diciembre aparecen, en estos árboles, los primeros botones florales.

Cuando llega el invierno caen las primeras lluvias. Con estas lluvias, los guayacanes empiezan a florecer. El bosque se cubre de flores amarillas, ofreciendo así un espectáculo impresionante.

"El paisaje parece el de un otoño de los países nórdicos, pero es más hermoso porque los árboles están cubiertos de flores y no de hojas secas". Esto es lo que opinan muchos turistas extranjeros que visitan el lugar. "Además, no hace frío como en otoño. La temperatura es muy agradable y las personas pueden vestir ropa de verano".

El florecimiento de los guayacanes dura solamente una semana y ocurre a fines de enero.

Cuando las flores se han abierto completamente, permanecen así de cuatro a cinco días. Luego empiezan a caer, cubriendo el suelo de un amarillo intenso.

Una vez en el suelo, las flores son el primer alimento de los animales en invierno, ya que la hierba no ha crecido todavía.

La madera del guayacán es muy dura y de buena calidad. Por eso cuesta mucho.

En 1978 se prohibió talar los guayacanes, para protegerlos.

Michel del Salto